NUESTRA FAMILIA Y CUMBRES MAYORES
Cumbres Mayores
Un poco más alto que el resto de los pueblos de la sierra de Huelva, para mayor gloria de los suyos se alza Cumbres Mayores. A 911 m de altitud sobre el nivel del mar se produce el milagro del microclima, uno de los regalos más bellos otorgados por la naturaleza, indispensable para la creación del mejor tesoro, el jamón Bellota 100% Ibérico amparado por la Denominación de Origen Protegida Jabugo.
Un sabor único, confeccionado por una antigua marca, TARTESSOS.
La Familia Castaño
La familia Castaño procede de Cumbres Mayores, provincia de Huelva. Municipio de la Sierra de Aracena, que siempre ha estado vinculado al cerdo ibérico y la dehesa.
Allá por los años 1880-1890, arranca el negocio en Cumbres Mayores, y es en 1890, cuando Dionisio Castaño Fernández (bisabuelo) decide abrir un almacén en Huelva capital y ampliar la comercialización de sus productos de cerdo ibérico e introducir otros.
Los hijos de Dionisio también se unen al “negocio”. Las incorporaciones generacionales supusieron un gran salto cualitativo en el desarrollo de la empresa. A mediados de los 50 el negocio comenzó a expandirse por Huelva y provincias limítrofes. Comenzando a sufrir una transformación sobre 1973, con la que se consolidarán y ampliarán producciones y actividades (entre ellas la ganadera).
En la actualidad Hermanos Castaño Fernández S. A. posee una de las instalaciones más modernas del sector en la provincia. Hermanos y sobrinos continúan la labor desempeñada por sus mayores en la gestión de la empresa familiar, consiguiendo día a día ser pioneros y un referente en su sector.
Ibéricos con Tradición
Desde que en 1.890 Dionisio Castaño creara TARTESSOS, comienza una apasionante aventura que tenía como única ilusión la elaboración y crianza de jamones ibéricos de muy alta calidad.
El espíritu emprendedor, del que hoy tanto se habla, ya se respiraba en Cumbres Mayores en aquellos días de 1.900.
Con la sabiduría que la experiencia otorga, y los medios que la madre naturaleza daba, se salaban, secaban y envejecían los jamones durante tres y hasta cuatro largos años.
Luego, hacia la década de los 50, fue don Eulogio el que a base de duros viajes por toda la geografía española trataba de introducirlos en los mesones más relevantes de la capital. A día de hoy, no es raro encontrarnos en algún mesón o restaurante afamado de cualquier ciudad española toda una pared repleta de Jamones TARTESSOS.